Hoy nos llenamos de cosas para mitigar el miedo a la carencia. Nos involucrarnos en comportamientos exagerados y en algunos casos aberrantes para buscar el amor que no encontramos en la simpleza, en la caricia amorosa, en el detalle sencillo y bello. Nos Escondernos detrás de nuestro ego para mostrarnos como deseamos ser y no lo que somos. Permitimos que la necesidad y el egoísmo reemplacen la bondad en nuestro corazón. Medimos por cuanto tenemos y no cuánto damos. Evadimos el esfuerzo y la perseverancia de defender lo que es justo. Solo contemplamos el resultado y no los medios.
A esto lo llamamos comodidad. Vivir en exceso, sin límites en lujos y facilidades, en el goce permanente sin restricción en la fantasía y el placer, menospreciando los costos propios o ajenos que conlleva y sin medir el sufrimiento y la carencia que genera en el entorno. Se considera un comportamiento moderno, un derecho en sí, que lentamente opaca y reduce la responsabilidad a su más mínima expresión.
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