
Atada y sometida
siente mi sudor recorrer tu cuerpo, sin poder evitar que te penetre con su
insidiosa humedad y te llene de mi sed, que con su aliento reseco te depila para
luego suavizar tu piel con saliva que de las lenguas se deslizan.
Los dedos aprietan y
con su firme toque le recuerdan a quién debe obedecer y esperar el rojo
florecer que con exquisitez y con cada toque de mi deliciosa mano en tu piel
hace que el dolor se convierta en placer.
Quieres girar, quieres
hablar y solo puedes gemir de mil formas, pero no me detendré, tus gemidos excitan
y disparan nuestras mentes a un exquisito clímax de goce y placer.
Quieres luchar, pero mi
voz te paraliza y solo te queda ceder. Ceder a nuestra pasión, a mi dominio, a nuestros
deseos y fantasías, y con cada minuto aprenderé a cuidarte, complacerte y amarte.
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