Mi Colombia viva, vibrante, alegre. Colorida, gris, feliz en su nostalgia de grandeza.
Ambivalente, bipolar. Agresiva y esclava de sus pasiones. Ordenada en su violencia. Leguleya, decente hasta cuando es hipócrita. Enloquecida, cuerda.
Calculadora, ambiciosa, aguerrida. Cuidadosa y desconfiada.
Positiva, proactiva y progresista.
En ocasiones, masa inerte, no pensante e inconsciente contaminando
su entorno de mediocridad, inactividad, miedo y pesimismo fatalista.
Una Colombia minúscula que con una terquedad inútil, que se
funde con la violencia, defiende y
también destruye ideas, sueños y hermanos.
Otra Colombia enorme que corre ciega y sorda, sin
pensar, a unirse y apoyar cada farsa e
ilusión que le pintan.
Mi Colombia viva, igual, diferente, divergente. Tierra
fríamente Andina y candente caribeña. Pacífica y llanera. Naturalmente la más
bella.
Discriminante, incluyente y sensualmente mezclada en una
espectacular belleza mestiza. Pasional, libre y ortodoxa. Religiosa y creyente.
Supersticiosa.
Familiar pero llena de muchos conocidos y pocos amigos.
Con bellos valores, olvidados y trastocados por el afán de
poder y dinero.
Colombia de compadres, bondadosa y cooperativa. Egoísta y
envidiosa.
Democrática, derecha, social y comunal. Pero anhelando al
caudillo que le ordene donde ir.
Mi Colombia viva, que Dios la bendiga y la acompañe a ser la
tierra soñada de libertad, orden y progreso. Alimentando el orgullo de ser
colombiano.
Mi Colombia viva, mi amarillo, azul y rojo. Nunca dejare de
soñarte y vivirte con intensidad.
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