Cada
día que transcurre es un camino recorrido y ha sido un buen camino. Nunca
sabré si ese camino está predeterminado o simplemente es la suma de
casualidades. Sin embargo lo siento
lleno de magia y muchas sorpresas y en general me siento contento en mí andar.
Hoy a
mis cincuenta, me siento vital y con muchas ganas de vivir. Pero también con muchas
actitudes y paradigmas que cambiar. He acumulado cargas que aún no he logrado soltar.
Cargas materiales y espirituales que han dificultado mí camino, llenándome de arrepentimientos,
remordimientos y pesares que no me han permitido ser totalmente libre y feliz. Hoy entiendo
que debo soltar, liberarme de esas cargas.
Para lograrlo
sé que debo cambiar la manera como me relaciono conmigo y con los demás. Tengo que aprender
a perdonar, hacer del amor el patrón de mis decisiones de vida.
Aceptar que no me queda más opción que vivir
el presente, que el pasado es solo una fuente de información y experiencias y no
una vida a la que aferrarse; y aceptar que el futuro
siempre será una sorpresa ya que nunca podré conocerlo de antemano.
Debo de una vez por todas entender, que lo que más amo es mi objetivo
vital. No olvidar mis deberes por cumplir y
siempre responder por mis actos sin rechistar.
Entender que blanco es blanco y
negro es negro y no existen escala grises cuando de lo ético y la verdad se
trata. Definitivamente dejar atrás la retórica del acomodo. De seguro nunca habrá una
excusa mejor que actuar como la decencia dicta. Nunca la mentira será mejor.
Hoy me
disculpo por toda ofensa y dolor que haya causado y aunque no soy digno
del señor, le ruego que él me perdone.
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