Enfrentar afanes y no soñar
es el mal de nuestros días. Para una gran mayoría los sueños son indeseables,
generan angustias y miedos porque su logro se ve imposible y solo nos complican
el diario vivir, especialmente si intentamos hacerlos realidad.
Para esa inmensa mayoría es sencillo
y suficiente lidiar con los afanes diarios. Enfrentarse o intentar
cambiar la realidad no es viable ni conveniente. No se ven capaces de
sobrepasar esa realidad y solo sobreviven y en ocasiones, está casi autoimpuesta impotencia, explota en
violencia, depresión o escapismo.
Otros nos hacemos exitosos en
darle manejo a la realidad y en ocasiones la superamos, tanto así que nos ponemos en la tarea de solucionarle
la realidad a otros.
Unos cuantos nos damos el tiempo de soñar y algo de color le ponemos a la vida.
Solo unos pocos intentamos llevar nuestros sueños a cabo, cambiando la realidad y llenando de esperanza y felicidad al mundo.
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