Se
suele decir que el futuro pertenece a los niños. Sin embargo, creo que esta
frase presenta una visión pasiva que podría promover el pensamiento de que
también es su problema.
Creo
que es hora de dejar esto atrás y enfatizar la gran responsabilidad que tiene el
presente en la configuración del futuro.
Este
cambio nos impulsa a reevaluar cómo abordamos y resolvemos los desafíos y
situaciones actuales.
Deberíamos
esforzarnos por convertirnos en mejores ejemplos para las generaciones más
jóvenes.
Por
ejemplo, con la actual crisis climática, es crucial reducir nuestro hábito de
ser descuidados de la información científicamente probada y evidencia
creciente que sugiere que algo anda mal en el clima mundial, y la humanidad
juega un papel importante en este tema.
Si
bien el futuro técnicamente pertenece a los niños, ellos todavía no tienen la consciente
planificación ni iniciativa para darle forma.
Parece
que los adultos en su vida se despreocupan con lo que sucede después de su partida,
mientras disfrutan de la comodidad y la indulgencia.
No
debemos olvidar que los problemas no resueltos hoy tienen el potencial de convertirse en tragedias mañana.
Al
mismo tiempo, no es ideal ni deseable convertir estos problemas en tragedias del
presente.
Por
tanto, debemos considerar cuidadosamente cómo actuamos en el presente para
garantizar un futuro igualmente cómodo y próspero para nuestros hijos.
Hoy sabemos que el futuro no pertenece a los niños es meramente su herencia, no su responsabilidad.
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