6.5.17

Tú, mi Hermano

Hermano lo siento,  dudo de ti y lo hago mucho. Tal parece que  aún no entendí bien tu mensaje. Hoy innumerables  “dueños de la verdad” y falsos "profetas” vociferan sus interpretaciones y todo está confuso. Por favor Amigo ayúdame a ver claro el camino.

Demostraste lo que es tener inmensa resistencia y perseverancia, pero me rindo tan fácil y rápido. 

Demostraste tu fortaleza ante el verdadero sufrimiento, pero me quejo y lloro por un pellizco. 

Nos enseñaste lo que es la fe, la decencia y la firmeza, pero renuncio a mis principios tan rápido.

Nos dijiste que para entenderla, y tener una buena vida, se nos fue dado el amor, la fe y la inteligencia. Los tres juntos nos muestran el camino a la luz, los tres separados nos dirigen a la oscuridad.

Tu ejemplo de dar y servir son el combustible que debe mantenernos en el buen camino.

Hoy necesito sentirte cerca, sé que esto es físicamente imposible, pero si decido creerlo, se hará realidad. Tu presencia concede el valor para vivir siempre en la verdad: Si soy honesto simplifico mi vida y doy el mejor ejemplo.

Si te tengo cerca, tu ejemplo de humildad y bondad seguro guiará mis actos y pensamientos lejos de la oscuridad y podré dar lo mejor de mí a todos los que se me acerquen.

Te ruego nos envíes bendiciones para que nos guíen a la paz y serenidad y logremos amarnos unos a otros.

Tú nos enseñaste que el creador está aquí, que nos rodea, nos habla todos los días y nos perfecciona.

A ti mi Hermano, ni un libro, ni un santuario, ni un símbolo ni nada que podamos concebir te hace honor, ni te acerca tanto, como simplemente amarte y seguir tu ejemplo que nos brindaste con tu dolor, tu sangre y tu vida.

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