Nos prometieron y advirtieron que pocos serían recompensados.
Que volaremos libres entre nubes
doradas, en jolgorio y alegría.
Nos sentaríamos a su derecha para conocer
la Verdad, y,
Sin hambre ni dolor, en adoración y temor reverencial, obtendríamos su perdón.
Pero Él, descendió en humildad, y ahí entre
nosotros escuchó y perdonó, aunque seguían señalándolo, condenándolo, pero irrestricto, nos amó, perdonó y su sangre y vida nos ofreció.
Serpientes y manzanas, desnudos y apareados en apócrifo pecado,
De la creación universales domini nos auto designamos,
Empero, el universo maestro, en minúsculos seres soberbios nos ha develado,
Ahora corremos llorando a reparar lo dañado.
Ayer corríamos huyendo de
demonios,
Hoy, ellos corren despavoridos ante nosotros.
La Vida, Pensamiento, Espíritu y más,
Un Todo que aún no logramos abarcuzar,
Ni siquiera logramos avenir que
somos hermanos de un solo Padre,
¿Cómo podremos tratarnos con
amabilidad?
¿Debemos estancarnos temerosos, impotentes,
agazapados, pensando en nuestras mezquinas y lastimeras metas?
No, ese no es nuestro andar, la Vida nos exige entenderla, diseminarla
y disfrutarla. Es nuestro primordial y real objetivo.
El sol con su brillo nos quema,
La luna nos sonríe en la lucida noche,
Nuestros pares nos miran con
terror,
El perdón solo llegará si amamos
de verdad.
El amor, sin él, donde estaríamos ahora.
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