Ploco: "En la Carta Encíclica Laudato si', que expresa
sobre el cuidado de la casa común, el Santo Padre Francisco mencionó "realidad"
sesenta y tres veces, y de manera explícita la asimiló dentro de la Creación: La
realidad es de Dios. Confirmó que todo es "interdependiente" y está "interpenetrado",
invitándonos a una mayor conciencia de nuestra responsabilidad hacia el cuidado
de todo lo que constituye nuestro entorno. Algunos de sus apartes:
"Los relatos de la creación en el libro del Génesis
contienen, en su lenguaje simbólico y narrativo, profundas enseñanzas sobre la
existencia humana y su realidad histórica. Estas narraciones sugieren que la
existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente
conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra. Según la
Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no sólo externamente, sino
también dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado. La armonía entre el Creador,
la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el
lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas. Este hecho
desnaturalizó también el mandato de «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28) y de
«labrarla y cuidarla» (cf. Gn 2,15)."
"No podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios
todopoderoso y creador. De ese modo, terminaríamos adorando otros poderes del
mundo, o nos colocaríamos en el lugar del Señor, hasta pretender pisotear la
realidad creada por él sin conocer límites. La mejor manera de poner en su
lugar al ser humano, y de acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto
de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño
del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer imponer a
la realidad sus propias leyes e intereses."
"Para la tradición judío-cristiana, decir «creación» es más
que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios
donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele
entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la
creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del
Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una
comunión universal."
"Para la comprensión cristiana de la realidad, el destino de
toda la creación pasa por el misterio de Cristo, que está presente desde el
origen de todas las cosas: «Todo fue creado por él y para él» (Col 1,16)[80]."
El S.P. nos presentó una visión
que implica el concebirnos tanto parte y participantes activos de la creación.
No meros observadores o sujetos pasivos, tampoco 'dueños'. Invita a la
humanidad a convertirse en 'gestor/custodio' que, en su labor de agenciar,
organizar e inclusive transformar la realidad, también actúa con la sabiduría y
la imparcialidad de un 'árbitro' ético, que responde a una humildad ontológica[1],
reconociendo que el ser humano no es dueño absoluto, sino parte de un todo
mayor; asimismo, a una responsabilidad ética, que guía la acción humana por
principios como la equidad, la prudencia y el amor, no simplemente por la
dominación.
Su pensar invita a la humanidad
a cuestionarse y considerar:
¿Cómo influyen nuestras
experiencias, creencias y valores en la forma en que percibimos o afectamos el
mundo?
¿Cómo las diferentes culturas
moldean la forma en que sus miembros perciben e interactúan con el mundo?
¿Cómo podemos asegurar una
interacción responsable, bondadosa y ética con el mundo y con los demás seres
vivos?
Desde una perspectiva que roza
lo utópico: ¿debería la estructura de la existencia humana buscar una armonía o
alineación con la estructura fundamental de la Realidad?
De ser así, ¿cuál de estas dos
entidades, la existencia humana consciente o la Realidad en su aparente
autonomía, debería determinar los términos y la dirección de esta alineación?
¿Es el ser humano un agente
transformador de la realidad, o es la realidad la que inevitablemente
condiciona y limita nuestra influencia?
Dentro de este embrollo nos
aferramos a la certeza de que, la forma en que organizamos nuestra comprensión
de la realidad se convierte en base fundamental para definir el sentido de
nuestra existencia. Premisa, que ha permeado todas las expresiones ideológicas
de la humanidad y nos ha llevado a forjar múltiples herramientas que nos ayudan
a organizar la realidad: la religión, filosofía, la ciencia, la ética, el arte,
etc.
Sin embargo, en la era
contemporánea, la ideología y la tecnología (ciencia/técnica) han ascendido a
una posición de dominio. Han formado una alianza que promete ordenar el mundo,
prometiendo orden y progreso, pero a menudo lo hace simplificando la existencia
y demandando conformidad. El problema es que esta alianza reduce el embrollo existencial
a un plano meramente político-social o de eficiencia técnica, marginando a la
ética, la filosofía, la religión y el arte a un rol secundario.
Sin embargo, las ideologías, en
su intento de unificar o agrupar a la sociedad, no ha logrado eludir el impacto
transformador (negativo o positivo) de las ideas cambiantes e inciertas que
concibe cada individuo, cada 'yo' y viceversa.
Y, sorpresivamente, el juntamiento de la técnica y la ciencia ha gradualmente facilitando el resurgir del opinante, popularizándolo. Esta dinámica confronta siempre a la sociedad con su estulticia, pues muchas opiniones, aunque inútiles, al ser llamativas o divertidas se propagan rápidamente y son asumidas por muchos como ideas, valores o ideales.
Es precisamente en esta
fractura: el fracaso del sistema reduccionista en contener la totalidad de la
experiencia humana, donde la propuesta del 'gestor/custodio' emerge no como una
utopía, sino como una necesidad. Es un llamado a reintegrar la sabiduría, la
ética y el amor que el pragmatismo ideológico y tecnológico dejó de lado, para
así abordar la realidad en su plena y compleja dimensión."
[1] Parte de la metafísica que trata del ser en general y
de sus propiedades trascendentales. Idea básica que tenemos sobre qué cosas
existen realmente en el mundo y cómo es esa realidad.
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